El término “prótesis dental” se usa para definir todo elemento artificial, destinado a reconstruir la anatomía de uno o más dientes, a reemplazar dientes que se han perdido y mediante esto devolver la función masticatoria, estética y de fonación del paciente… Sí, también, aunque no se crea del todo, si a un paciente le faltan dientes, tendrá problemas en la fonación de los sonidos.
En la literatura, se enumeran dos grandes tipos: las prótesis removibles parciales (para sólo algunos dientes faltantes) y prótesis removibles totales (en casos donde no existen dientes naturales).
Los materiales con los cuales se realizan normalmente, son con resinas de acrílico o metal; para ser más precisos, aleaciones de cromo – cobalto o cromo – níquel.
En la actualidad se han creado acrílicos mejorados con tal de alcanzar excelentes resultados en cuanto a estética; pero siempre ésta ha generado conflicto con uno de los componentes esenciales de las prótesis parciales: los retenedores (o ganchos) metálicos.
Los retenedores metálicos tienen una función específica en este tipo de rehabilitación y, tal como lo dice su nombre, por su colocación en uno o varios dientes naturales del paciente, contribuyen a darle retención, soporte y estabilidad a la prótesis. Por lo tanto, si su colocación es indebida o los dientes disponibles no están aptos, se garantiza fracaso en el tratamiento; de esto es que se desprende que muchos pacientes manifiesten que “los ganchos me picaron los dientes” o “los ganchos me soltaron los dientes”. Lo cierto es que estos dientes nunca estuvieron aptos para servir de pilares para una rehabilitación protésica.
En la creación de una prótesis se toman en cuenta varios factores para satisfacer las demandas estéticas y funcionales requeridas. Por ejemplo, el primer paso es la toma de impresiones y luego se realiza una prueba de mordida. En ésta se constata mediante mediciones craneofaciales, en qué condiciones está la dimensión vertical (si disminuida o aumentada) y de qué forma se debe rehabilitar para que el paciente tenga armonía en sus movimientos y en toda la dinámica de la masticación (esto incluye tensión o sobreexigencia en los músculos masticatorios, derivando en el famoso “BRUXISMO”).
Luego de la prueba de mordida y altura, se toma el color según las condiciones orales del paciente. Es sumamente importante ser crítico en este caso, ya que la elección del tono influirá en la conformidad tanto del profesional y más de la persona que llevará la prótesis.
La cuarta etapa en la elaboración es la prueba preliminar de los dientes escogidos en una matriz de cera. En esta instancia se evalúa tamaño de los dientes artificiales, orientación, color definitivo y finalmente, pero no menos importante, si éstos le agradan al paciente. Luego de eso la prótesis se termina, siendo el proceso de instalación, en muchos casos, el más complejo.
Es importante recalcar que la rehabilitación oral es un proceso medible y evaluable a mediano y a largo plazo. Los resultados muchas veces son impredecibles y se requiere una cooperación mutua entre profesional y paciente y una comunicación abierta para lograr corregir eventuales molestias en el menor tiempo posible.
Además es necesaria una colaboración multidisciplinaria entre odontólogo y técnico dental, para poder llegar finalmente al confort y que el paciente pueda realizar sus actividades normalmente.
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Prótesis totales removibles acrílicas – Prótesis parcial removible acrílica – Prótesis parcial removible metálica –
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